viernes, 2 de mayo de 2008

Cr´tica a San Fernando

SAN FERNANDO: LA HISTORIA EN ESCENA

El Arlequín Teatro acaba de estrenar la obra San Fernando de Alcibíades González Delvalle. Una obra que representa la ruptura con la política estronista respecto a la “historia oficial” del Mariscal López que se nos fue contada en las escuelas y colegios del país durante la dictadura. En esta pieza teatral López es desmitificado. Se lo presenta como a un ser humano que duda, que lucha con sus conceptos de Madre y de Patria, con sus aciertos y con sus grandes errores: el fusilamiento de mucha gente, incluyendo el de sus propios hermanos y el de su cuñado, así como los azotes a su madre.

Desde el punto de vista técnico, se puede decir que la obra es una tragedia. Esto se refleja en la escenografía, la cual es toda negra como símbolo de la muerte y en las repeticiones al unísono (en forma de coro) de los poemas introducidos en la obra y algunas partes de la misma.

A esto se suman las luces: roja y un juego de claroscuro reflejando justamente lo bueno y lo malo o quizás la confusión que pudiera existir en el maniqueísmo de López y de todos los personajes caracterizados. Cada uno de ellos tuvo su lado oscuro y su lado claro. Vale la pena resaltar la excelente labor luminotécnica realizada que en este caso se convierte en un simbolismo dentro de la obra.

Por otra parte, el vestuario también juega esa antítesis claroscura. Todo es blanco y negro como en el caso del la sotana del obispo Palacios y el alba del padre Maíz. La lucha del bien y del mal se halla reflejada en el vestuario. Asimismo, esta paradoja se pudo notar en el vestido de Juana Pabla Carrillo y de los personajes que conforman el coro. Tal vez un poco de verismo pintado con sangre y suciedad no le vendría mal a la vestimenta de los sobrevivientes.

En cuanto al movimiento escénico, es digno de resaltar el juego cíclico representado en planos de supraestructura e infraestructura durante el segundo enfrentamiento entre los prelados. Esto es una lucha de poderes entre los religiosos que siempre pretenden influenciar a los tiranos de turno. Es un círculo que nunca termina. Sigue hasta hoy.

Respecto a la interpretación actoral, sobresale en gran manera la actriz Mariana Ferreira, (Doña Juana Pabla Carrillo), por su voz desgarradora, sus expresiones faciales y su movimiento trágico – dramático que refleja el hastío al enfrentarse a otro monstruo igual que ella: Pancho, su hijo. Realmente, que esta joven actriz es toda una promesa.

También, Pablo Ardissone estuvo muy convincente en su rol del obispo Palacios. Se lo vio aplomado y con mucha seguridad en la interpretación del antagonista del padre Maíz.

Y haciendo una breve síntesis, cabe destacar que todo esto se debe a una buena conjugación de elementos técnicos, dramáticos e históricos bajo la dirección de un experimentado director: José Luis Ardissone.

Para finalizar, diría que no es fácil desprenderse rápidamente de un personaje para tomar al otro, puesto que este tipo de trabajo exige mayor concentración, cambio de vestuario, de voz, de movimiento y hasta de actitud para encarnar al siguiente. Por lo tanto, sería mejor contar con un actor para cada personaje.

San Fernando es una excelente opción para aprender una etapa oscura de nuestra historia, que sigue repitiéndose sin que hayamos aprendido de ella. El teatro es un arma poderosa para educar y para examinar nuestra propia realidad, a fin de que lleguemos a ser criteriosos y no llegar a cometer los mismos errores.

San Fernando es una obra que debe ser estudiada no sólo en Literatura sino también en Historia, Antropología y Política. Insto a mis colegas docentes a llevar a sus alumnos al teatro y a realizar un gran debate, posteriormente, sobre el tema histórico representado en escena. Ellos se los agradecerán.

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